martes, 29 de diciembre de 2009

Hablemos de Patrimonio

Muchas polémicas suscitan el término Patrimonio, y más que el término en sí, su cuidado y conservación.
Será porque la palabra encierra la herencia acumulada con el paso de los años, el conjunto de bienes familiares y patrios que estamos en el deber de preservar o la universalidad de todo un pueblo que desde su suelo crece, se desarrolla y lega al mundo su buen hacer, sus costumbres y tradiciones.
Tan familiar le es al ser humano lo construido por los suyos en años de sucesivas descendencias como lo acumulado por la nación en su devenir histórico.
Por eso son nuestros los bienes atesorados por Museos, Galerías, Bibliotecas. Lo son también las edificaciones, jardines, parques, avenidas, calles, rincones y patios, muchos de ellos protectores de incontables Patrimonios individuales y colectivos.
Porque son nuestros, es decir, de todos, llamo la atención de los responsabilizados laboral y socialmente con la custodia, preservación y conservación del Patrimonio local y por ello, nacional.
Dificultades económicas a parte, no hay razones para que aumente en las ciudades el número de arboles devoradores que crecen en los aleros y azoteas amenazando con derrumbar vetustas edificaciones que, como herencia, deben ser tratadas; dificultades económicas a parte, no hay razones para que peligren ejemplares únicos de periódicos, revistas y otras publicaciones en nuestras hemerotecas, por una mala ubicación o por filtraciones en los inmuebles donde se encuentran.
Igual, no hay razones para que pululen baches en nuestras calles y amenacen por convertirse en fieros agujeros a donde irán a parar desprotegidas personas, vehículos y cualquier cantidad de desechos sólidos que pronto se convierten en dueños absolutos de los lugares.
En el cuidado de las calles, las instituciones culturales y los bienes guardados en ellas y de las casas y edificios, está la preservación de lo que ha costado tanto sudor y esfuerzo, tanto talento y dedicación, tantos recursos a través de la Historia.
En el cuidado de todo ello está el legado que dejaremos a generaciones futuras.
Si de buen hacer, costumbres y tradiciones se trata, hagámoslo ahora que todavía hay tiempo para fraguar las bases de un mañana mejor.

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